Hilos

A veces quiero desaparecer

Pero luego entiendo
que no puedo,
Que mi vida está llena de hilos
Entretejidos en realidades
Y que, si desaparezco,
También desaparecen las risas,
Las lágrimas,
Los sueños,
Y los atardeceres bonitos
Que compartimos juntos.

Entonces me rehuso.
Me niego
A desaparecer de mi propia existencia.
A no ser,
A no ver,
A no vivir.

Así que ahora lucho
Por estar,
Por permanecer en mis ojos
A través del espejo,
Y en el sonido
De esa linda canción
que alguna vez escuché contigo.

Lucho incansablemente
Para soñar
Para sentir.
Por ti,
Por mi,
Por nuestros hermosos hilos,
Que se han enredado
En estos enmarañados
Y confusos caminos
Unidos
Pegados
Juntos
Amándose
Hasta el final.

La que fui

La niña que fui, no sé si se acuerda
de la oscuridad de la que huía
y de la miseria
de la que escapaba
a través de los mundos de su mente,
que se transformaban en aviones
y en gente,
en luces,
escenarios irreales
donde la muerte del corazón no existía
y en donde la eterna brisa decembrina
refrescaba los dolores de su alma.

La niña que fui no sabe
que lloró mucho
y que aún le arden
los imposibles que nunca fueron verdades
porque siempre guardó la esperanza
de ver la tan anhelada casa
convertirse, por fin, en un hogar.

La niña que fui no recuerda,
por fortuna, la indecencia
de las palabras perturbadoras
e hirientes
que emanaban de una boca ardiente
de ira, de fuego y de muerte.

La adolescente que fui no entiende
las lágrimas que brotaban de ella
cual fuente
de pesares,
culpas mudas
y poca suerte,
pues le tocó amarse sola
en su mente
sin amigos, sin padres,
sin seres… inertes.

La adolescente que fui no comprende
por qué la rabia
embargaba su mente
y su deseo de escapar
tan evidente
en sus silencios boscosos
y vulnerables,
que nunca dejaron entrar
a la poca gente
que se atrevió a aventurarse
en el desierto de esta alma imponente.

La adulta que soy sigue perdida
buscando a esa niña
aún herida
en los rincones de un corazón remendado.
Va andando de la mano
con la adolescente que fui:
enojada,
depresiva
e insolente,
porque para sanarse deben todas
reconocerse
y dejar ir el dolor
que cargan en los cielos
de existencias pasadas,
de suelos irreales
y de anhelos imposibles.

Deben, entonces,
caminar un tramo juntas
para luego dejar ir a la adulta,
sintiendo que las heridas, que aún supuran,
son todas de lucha
y que es ella, la adulta,
la que las sanará.

Es la confianza en los pasos de la adulta,
la que les permitirá descansar
aún en la penumbra
de este pasado doloroso
e inamovible.
Es el corazón reparado de la adulta,
que guiará las estrellas de la niña,
y creará el oasis de la adolescente,
porque su amor nunca fue más ferviente
que aquél que reconoce a sus dolientes
Y renace de las cenizas ardientes
Una renovada fe en si mismas,
Un amor valiente
Una esperanza cercana...

... Una vida sonriente.

Escarabajos

Me siento rara esta semana, 
u hoy,
Pero hoy es toda la semana.

Vivo entre escarabajos fluorescentes.
Ellos viven en mi
y quizás,
yo no en ellos.

De pronto, tenga la suerte
de sentirme menos cadáver
Si respiro lento
y espero,
muy quieta,
a que la luz
llegue
a mi.

Que me despierte,
me dicen, a veces.
Pero, yo no estoy dormida
Es solo que no sé
vivir aquí.

No lo intentes.

Creo que no tener nada
puede ser
casi placentero,
y muy satisfactorio,
como lo es el no esperar
a que este verso
rime,
cante,
O te sonría.

Porque hoy me siento rara,
pero no es hoy,
es toda la semana,
aunque la semana sea hoy,
y el hoy tenga a un escarabajo
fluorescente
perdido,
sintiéndose eternamente
extraño

como yo.

Olas

Hay olas. Olas grandes o pequeñas, que durante el día aparecen, de la nada te estremecen y luego así, como si nada, se van. 

Dichas olas son dolorosas, son tristes, mundanas, y te llevan a los peores lugares de tu mente. A ese sótano donde guardas los chécheres que no quieres tener pero de los que tampoco te puedes deshacer. 

Olas como uñas que se entierran en el alma, que te recuerdan la miseria que hay en tu felicidad. Olas que te atrapan y de las que crees que no puedes salir. Y, en cierto modo, es verdad, porque son ellas las que deciden irse de ti. Temporalmente. 

¿Para qué sirven estas olas? Mi silencio apresurado me dice que su existencia radica en recordarte la realidad del pasado. Como si fueran seres pensantes y malvados, que te observan tranquilo, esperan y atacan. Y, cuando estás casi, casi deshecho, te permiten vivir.

Cruel, ¿no? Lo suficiente como para que entiendas que el sentir es incierto y que no todo es eterno. Lo justo como para que palpes tu muerte. Pero sobretodo, para que saborees el renacer.

Entonces ¿son buenas?

No sé si sean buenas, pero sí necesarias. Porque, ¿de qué otra forma puedes entender lo bello que hay en ti sin revisar primero el sótano de tu alma?


(Y sí, por fin, ya se fue mi ola). 


Nada. Nunca.

No sé por dónde empezar 
a soltar, a escribir, a tipear, a nada.

No sé nada. 
Nadie sabe nada de mí. 

Ni lo que esas manos hicieron, 
Ni lo que ese cuerpo destruyó.
Ni la sagrada culpa del creyente, 
Que al verme, se decepcionó. 

Nadie sabe nada,
Yo no sé nada de mí. 

De sus palabras solo hay niebla, 
Oscuridad en un rostro
Que se hizo llamar luz.
Será que, 
así como puedo olvidar rostros, 
¿podré olvidar lo que pasó?

Quizás
Pueda borrar la sensación
De estupidez que me secuestra
Cuando memorias borrosas
Danzan en mis ojos,
Y el asco me abstrae
Otra vez. 
Huye, 
Corta, 
Guarda...
...Vuelve.

No sé cómo terminar esto.
Porque yo nunca sé nada, 
Y nadie sabe nada de mí. 
Nada. Nunca.

Tranquila

Está bien, 
Estás bien, 
Tranquila, respira.
Tu mente es un mar donde navegas sola.
Eres tú esa diosa, que todo lo controla.
Buscas tu paraíso, 
Pero aún no has entendido,
Que el paraíso eres tú.

Abre la puerta del cielo,
De las emociones inundadas.
Y siente, 
Y ríe, 
Y grita,
Pero no huyas.
Embriágate del dolor
De sentir esta vida,
De dejar partir 
Y encontrarte
Con tu yo perdida. 

Vuélvete el sol de tu mundo.
Abraza tus lunas,
Tus desiertos,
Tus valles.
Recorre los placeres
Que esconde tu alma
Mientras brillas alto
en el universo que desarma.  
No temas ser luz
No evites la oscuridad.
Rescata a los sobrevivientes, 
Esos sentimientos naufragados
En tu mente…

… Rescátalos 
Y rescátate.

Ármate de valor
Y pelea contra el adormecimiento 
Del alma,
Lucha contra la duda
Del camino,
Discute contra la rabia 
De las palabras. 
Eres tú el poder mismo,
De los aires de tus sueños,
De los triunfos infinitos,
En los que bailan
Tus muertos.

No te pierdas, paraíso
No huyas de ti misma
Sé diosa, sé sol, sé mar
Y universo.
Sé este vacío inmenso
Y llénate de ti,
Que tu amor, querida,
Es eterno.

¡Lee este hermoso poema!

A tu alma imperenne

Que se destruya lo que tenga que destruirse,
que se hunda lo que tenga que hundirse,
menos tú,
que soportas la vida en tus manos
y viajas imperenne sobre la tierra,
mientras las balas corren a tu encuentro,
y ríen maliciosas pensando que ganan. 

Eres tú ese aposento inmenso,
que suplica una tormenta huracanada.
Que grita, 
¡y cómo grita!
al puñado de nubes que se disfrazan
de sol y mar, y muerte y llanto,
y arena, mucha arena. 

Que estallen los aposentos de los hombres,
que rujan los seres sin madre,
que hierva la sangre de los nobles,
menos tú,
que transportas la sed de los nuevos,
de la gente que exprime a la vida,
y abrazas los ríos de llanto.

Eres tú la luz que oscurece la tarde,
que reposa en los sueños malditos,
recuerdos de ayeres insolentes,
que fungen con el aire ardiente,
de la culpa de tu padre,
de sus gritos, 
¡y cómo grita!
a tu yo servil, pequeño, inalcanzable
a las palabras y a la carne, 
y a la suerte y a mi,
y a la vida, estúpida vida. 

Destruye el ancla del pasado,
ser inerte.
Ahonda en las cavernas de tu alma.
Y si has de vivir, vive.
Y si has de morir, ¡estalla!

Es tu vida un suceso eterno,
escondido en el pasto de los no hablantes,
y tu andar es un manto de soledad
contenta,
de alegría en silencio, 
de sustos y hambre.

Entonces grita, 
grita fuerte.
Sal del hueco de tu mente. 
Envaina la espada de tu suerte,
que el mundo revolucione y gire,
y duela, y pelee y pierda,
menos tú. 

I’m crying for a meal

This happened today. I did cry for a meal.

The heat of the day punched me
with its strong fist of fire.
I'm punching back,
Fighting hard 
to get out of the sight of this star, 
that looks at me like an obsessive boyfriend,
following me everywhere.
I walk,
I stop,
I sigh,
I frown
and I engage this enemy again.

The day robbed me some life
and the flames try to take my energy
away.
I'm not strong,
I don't fly, 
But I'm not easy on giving up
So I kick every step of my way home
and I suceed.
I won this time.

I cannot see my stalker anymore.
I'm ecstatic,
I got home.

The forces are leaving me
for today.
The body I'm using
it's eating itself alive.
I am starving,
I need some help.
Desperately in the kitchen I realize
there is nothing there,
there is no such prize.
I feel so hopeless... 
I start to cry.

I’m lost… of words.

It’s been… what? a year maybe since I last posted something on here. That’s the same time I haven’t written. My notebooks are dying in the dust while I got distracted with life outside my world. I’ve been happy, sad and anxious and not for a second it had come to my mind to write about it. I’m ashamed but it is like I didn’t need it… until today.

I got lost of words. Notebooks were looking at me, waiting for me to touch them, to remember cause maybe I’d miss writing and would use them again. But I didn’t, I did touch them though, while I was searching for my academic books or organizing my personal objects; I’m sorry to write it,  Notebooks: I didn’t miss you.

Maybe writing is like those churches where you only go when you’re in trouble. Maybe that was for me, writing a piece of something that I’m truly not sure what it is, maybe prose, or poem or… garbage. I let life to suck me dry, and I’m sorry.

Don’t get mad at me, Words: I’m back. During this year I changed jobs, I found an awful boss along the way and I was so stressed that I wanted to run. I had no energy left for anything else since everything was focused on surviving. Take me back, I’m here now and that’s what matters.

I may use new words, Words. Don’t get jealous, they’re gonna like you. Some of the ones I used may not appear as they used to. Don’t hate me; people change and with them their vision of the world. I might have changed a bit, or not. I’m not sure. You’ll tell me.

I can’t promise 100% commitment, that would be a lie and I don’t like to lie. Although, I can say that I’ll try, Words. I’ll do my best for you to see me around more often, so I can use you Notebooks, and we could be the gang we used to be during my teenage years, where we looked at the sky and danced with the birds.

By this time you should know that I always come back to you… You are home.